El origen de los procuradores

La labor del procurador no es nueva, pues su origen se remonta a la antigua Roma, donde se cree que apareció el primero. Aunque hay quienes afirman que si fuéramos más atrás en el tiempo, es probable que descubriéramos algo más antiguo aún.
El origen de los procuradores
Estudios llevaron a pensar que la primera ocasión en quien alguien representó a una persona en un procedimiento fue en Roma, allá por el siglo I. En las leyes romanas, el que cumplía la función de representante se denominaba cognitor, el cual solo hacía de representante sin recaer en él otra facultad o responsabilidad.
No obstante, con el tiempo, esta figura romana era alguien de confianza que se aseguraba de velar por el patrimonio de su representado, así como de gestionarlo y administrarlo. La confianza que las familias acaudaladas depositaban en él era absoluta, y una vez que faltaba el hombre de la casa, asumía el papel de representante legal.
En la Edad Media se llegó a conocer a estas personas como ‘Personero’, los cuales debían ser nombrados ante Escribano Público, o lo que hoy conocemos como un notario. Este nombramiento debía hacerse por escrito mediante una carta firmada, y sin necesidad del acto de presencia del representado.
Fue durante el reinado de Alfonso X el Sabio cuando en el Código de las Siete Partidas regula y cambia las funciones del Personero, acercándolas más a lo que conocemos hoy como Procurador. Fue en este momento cuando surgió el primer estatuto oficial y profesional de la Procura.
Para conseguir esta titulación, el Código de las Siete Partidas exigía que el interesado fuera mayor de 17 años y que se sometiera a una prueba bajo un tribunal compuesto por jueces y que con ubicación en la zona del aspirante, estando esta bajo su jurisdicción.
Funciones de los procuradores hoy día
¡Cómo han cambiado los tiempos! Para ser Procurador hoy día, hay que estar licenciado en derecho, con una rama de especialización en derecho procesal. En algo sí que no ha cambiado: su labor sigue siendo la de representar a particulares y empresas en los Tribunales.
Gracias a esta representación, el cliente tiene la garantía de un buen trámite en juicio, pues los procuradores cuentan con facultades y habilidades con las que realizar ciertas funciones que agilizan el procedimiento judicial.
¿Qué puede hacer un Procurador?
Pues además de representar a los litigantes, llevan a cabo estas labores:
Tramitar oficios, mandamientos y exhortos, lo cual reduce los tiempos de los procesos judiciales. Gestión y pago de tasas judiciales. Presentación de los escritos elaborados por los letrados. Elaboración y presentación de escritos que den un impulso procesal y reduzcan los tiempos y dilaciones. Poner notificaciones en manos del abogado correspondiente. Establecer fechas de vistas, así como efectuar el cómputo de plazos y vencimientos.
Estos son solo algunos de los trabajos más destacados de los procuradores, aunque la lista es aún más larga. Si usted tiene un procedimiento judicial abierto y quiere ahorrarse la tediosidad del proceso, un Procurador puede ayudarle. Contacte con nosotros y hablemos de lo que necesita y de cómo nuestros servicios pueden ayudarle.
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